martes, 3 de noviembre de 2009

Leif, el viejo.



Ya acostumbrado a matear solo. Casi a punto de comenzar a servirme un matutino café para no sentirme tan solo, tan atragantado de palabras...

Ahi estaba nuevamente el Vikingo. Con el rostro plácido como si nunca hubiera partido.

Se acercó casi sin mirarme, tomó el termo y el mate y comenzó a cebar él. Se tomó el mate "sonso" y me dió un amargo.

"Aún recuerdo la primera vez que fui a cazar con mi padre, el viejo Leif... hacía mucho frío en el bosque y yo era tan solo un niño. Las botas húmedas por las aguas de algunos de los mil lagos de mi nación."

Hablaba sin dejar de cebar constantemente los deliciosos mates. Le costaba levantar la mirada, hablaba y cebaba mirando el piso. Pero cuando, eventualmente, me miraba; su mirada era la de aquel niño que había sido. Hasta parecieran desaparecer las heridas y cicatrices que le sobrevinieron con el pasar del tiempo.

"El viejo Leif era conocido en nuestras tierras como un buen cazador y eximio guerrero, pero no lo era por fuerte, lo era por sabio. De niño no pude comprender como podía ser tan bueno en las artes de la guerra y la caza siendo mas sabio que fuerte.

Fue solo hasta que me llevó al bosque con él.

Buscábamos un reno o tal vez un alce. No había sido una buena temporada, pero tampoco sufríamos el hambre.

Una liebre saltó delante de nuestros pasos, mi mano se contrajo en la empuñadura de la espada. Fue cuando Leif, mi sabio padre, tomó mi brazo y me miró tan profundamente que sentí como se helaba mi corazón.

No comprendí.

Fue cuando observé, aún con la mano de mi padre apresando mi brazo, que a la liebre la seguían sus crías.

Fueron las palabras de mi padre: si bien podríamos comer de la carne de esa liebre y asi conseguir energías para continuar buscando el alce que le dé de comer a nuestras familias, eso sería injusto. Hay un equilibrio superior y es necesario que los hombres lo respetemos.

Creer que por empuñar una espada de acero estamos por encima de las especies es un error que pagaremos con sangre a través de los años. Esa liebre se entregará como alimento cuando sea el momento. No creas que podés ser cruel, no hay herejía mayor que la crueldad...

Negad a Dios si asi lo queréis hijo mio, pero no atropelléis a sus criaturas."

Mi viejo amigo y maestro intentó continuar con su relato, pero las palabras se le atragantaron. Le sobrevino un lento llanto, era aquel niño que cazaba en el bosque el que lloraba frente a mi, ese niño que extrañaba las palabras de su padre.


Supe, entonces, que algún día retomaría sus palabras. Tal vez cuando el dulce llanto del recuerdo haya aflojado un poco...

Sin ocultar, ni secar sus lágrimas se levantó y se fue caminando por el pasillo.

Nuevamente me había choreado el equipo de mate...

Leif

4 comentarios:

  1. che, que manitos poco curtidas que tiene el viejo... :-P

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  2. Una masaaa Leifff! Yo quiero que me ceben mate así y me den esos consejos supremos.

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  3. Cuando tenìa doce años, veìa una serie llamada "El tûnel del tiempo".
    Un tiempo en el cual "creiamos" que la màquina que impulsaba a los viajantes era real, o, en el mejor de los casos, podrìa llegar a serlo.
    Ya pasaron muchos años de aquello, pero la idea del volver en el tiempo no deja de darme vueltas en la cabeza.
    Situarme frente al calendario, elegir el año, el mes, el dìa y la hora y entrar abriendo una puerta o aparecerme dando vuelta la esquina.
    No con el afàn de escapar de la realidad como lo hacìa el Señor Lòpez con sus puertitas;apenas y simplemente revivir determinadas situaciones.
    ¿Serà el vikingo un viajante de aquella màquina?
    ¿De ser asì;podrà develar el secreto o su hermandad se lo impide?
    ¿Estamos preparados para viajar o nos hace falta comprender cabalmente la palabra "sabidurìa", respetar el equilibrio, dejar a un lado la crueldad y dejar de atropellar a las criaturas de Dios?

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  4. Me encanta cómo está armado tu blog. Aún no le lei todo, pero es apasionante el tono empleado. Felicitaciones!
    Desde Neuquén trataré de seguir la danza del vikingo...con unos buenos amargos.

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