Ya eran pasadas las 10 de la mañana. El vikingo no estaba.
Tanto me había yo acostumbrado a su presencia, fue entonces que me preocupé. El mate preparado, la ambrosía con manteca sobre la mesa y los bizcohos en paquete cerrado.
Por la ventana, a mis espaldas, entre las gruesas cortinas se filtraba un as de luz. Pensé que aquel día no se presentaría, temí que nunca mas lo haga, que me haya abandonado...
Pero al crujir de la puerta se dejó ver a la tremenda naturaleza nórdica entrar con paso calmo y distraido. Como si nada hubiera ocurrido. Ahi estaba mi maestro.
-Has llegado tarde esta mañana, te esperé con el mate preparado largo tiempo. Le dije tratando de que no sonara a ningún tipo de recriminación.
-Largo tiempo... largo tiempo..? me contestó con los ojos entreabiertos clavados en los mios.
"Duración de las cosas sujetas a cambio o de los seres que tienen una existencia finita"
Nuestras charlas están sujeras a cambios, tal vez alguna mañana nos olvidemos mutuamente. Pero de ningún modo somos finitos, las palabras son eternas. Y vos y yo somos tan solo palabras. Somos lo que en los otros generamos.
Si no existiera un "otro" que nos leyera esta mañana, y todas las que sigan, de nada serviría que nos encontráramos, ahora dame un bizcocho.
El grandote engullió un puñado de bizcochos dejando sobre su rubio bigote la tercera parte de lo que había agarrado.
-Preparate un mate que tengo el gañote seco.
Iba a preguntarle por su uso del lunfardo cuando recordé que el día anterior se lo había pasado entre redoblantes y bombos murgueros... me pregunto si ahi le habrá tocado cebarse unos mates a él..?
No hablamos casi ese día, pero me auguró que Carolina Soulless había conseguido hidromiel y nos la mandaría pronto. Al parecer quedaba bastante hilo en el carretel, nos esperan muchas mas mañanas de mateadas nórdicas...
Si una pequeña incertidumbre te amarga creyendo que todo acaba, ¿por que no pensar que una ligera esperanza puede provocar que lo mas maravilloso comienze...?