martes, 18 de agosto de 2009

Life, birth, blood, doom...

Ya caminaba solo por las páginas de mi vida, casi autómata. Aquel encuentro con el Viejo Vikingo me perturbó, no haberle podido dar esperanzas me hizo sentir tan deprimido como él lo estaba, pero también una carga de frustración me inundó.

Al doblar en una esquina cualquiera me encontré con otro cansado soldado.

Ya no intento convencer a nadie, tampoco a mi mismo, de que la mañana puede traer un nuevo sol. No se si porque ahora sé que ese sol es el mismo del día anterior o porque cuando intento hacerlo recuerdo los ojos duros y cansados del Viejo Vikingo.

Fue entonces que, con el viejo soldado, comulgamos en tristezas. El me gritaba el dolor de haber perdido a su amigo y yo respondía vomitando mi odio por la velocidad del mundo actual.
No recuerdo casi sus ojos, tal vez estaban cerrados. Tal vez estaban húmedos por esas lágrimas que oculta del resto del mundo, y que, por casualidad tal vez, en aquella esquina me tocó espiarlas a mi.

La sensibilidad siempre corresponde al observador, no es objetiva.

Y ver a un gigante sangrar en silencio me conmueve hasta la melancolía.

MateandoConElVikingo


1 comentario:

  1. Cuanta bronca y cuanta frustración se escapa en estas palabras.

    Es verdad que el sol siempre es el mismo, pero depende de varias variables el cómo recibamos su luz y su calor.

    y tal vez, el poder comulgar también en las tristezas une aún más el alma. Porque en los momentos felices estamos todos..

    besos..

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